Ricardo Migueláñez. @Rmiguelanez
En nuestra vida cotidiana a menudo no somos conscientes de los valiosos productos que tenemos al alcance de la mano en España. El aceite de oliva es un claro ejemplo de este fenómeno. Considerado un pilar de la Dieta Mediterránea y cultivado principalmente en España, Italia, Grecia y otros países del arco mediterráneo, nuestro oro verde es mucho más que un simple ingrediente para aderezar ensaladas o platos.
Este oro líquido, que históricamente ha sido un símbolo de salud y longevidad, está pasando unos momentos complicados en su producción en los últimos años, debido a la sequía. No obstante, algunos expertos vaticinan que si llueve adecuadamente podemos llegar a mejorar la producción mundial un 30% el próximo año.
Se trata de un producto que no tiene comparación en el mundo, hay muchos estudios que lo han probado ya: el aceite de oliva tiene el potencial de transformar la salud de millones de personas en todo el mundo.
Mientras que en algunos países el aceite de oliva es considerado un verdadero tesoro y un pilar fundamental de la nutrición diaria, en otros, muchos de ellos siguen optando por grasas saturadas de peor calidad que no solo carecen de los beneficios saludables del aceite de oliva, sino que también contribuyen a crear varios problemas de salud, entre ellos la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y otros trastornos relacionados con dietas desequilibradas.
Hace unos días, coincidiendo con la celebración del Día Mundial del Olivo, fui realmente consciente de las posibilidades de esta grasa, cuyo consumo representa apenas el 3% del consumo de grasas vegetales en el mundo, para mejorar la salud de la población del Planeta. Nos mostraron un plano de la evolución de los niveles de obesidad en el mundo en mujeres hace 50 años (derecha de la pantalla) y otro de 2016, y da miedo verlo. A continuación se puede ver cómo ha evolucionado, e impresiona.
No somos conscientes de las posibilidades que ofrece la Dieta Mediterránea, capitaneada por el aceite de oliva, y lo que podría hacer por mejorar el estado de salud de muchas personas en el mundo, porque es algo que está demostrado, no son hipótesis de trabajo ni nada. Todos tendríamos que apostar por este patrón de consumo alimentario, desde las Administraciones públicas, asociaciones, hasta empresas agroalimentarias y organizaciones de consumidores, quizás adaptándolo al modo de vivir que tenemos hoy en día, y estoy seguro de que se puede hacer.
Hay numerosos estudios que han demostrado que las personas que consumen aceite de oliva de manera regular tienen un riesgo significativamente menor de sufrir enfermedades del corazón y otros trastornos metabólicos en comparación con aquellos que consumen aceites refinados o grasas trans. Incorporar aceite de oliva en la alimentación diaria podría ser una de las formas más sencillas y efectivas de combatir la obesidad a nivel global.
En un mundo globalizado, la salud y el bienestar de las personas se ven profundamente influenciados por los hábitos alimenticios y el acceso a productos que mejoren nuestra calidad de vida.
La verdadera cuestión radica en la falta de conciencia sobre lo que estamos perdiendo al no valorar más este producto extraordinario. En lugar de ver el aceite de oliva solo como un condimento gourmet o como una opción cara en los supermercados, hay que empezar a mostrarlo como un aliado fundamental que contribuye a mejorar nuestra salud. Y ese binomio alimento-salud debemos trasladarlo por el mundo.
Si comenzamos a entender que el aceite de oliva no es solo una fuente de sabor, sino también un instrumento poderoso para el cuidado de nuestra salud, podríamos empezar a vislumbrar un cambio real sobre cómo las dietas alimentarias globales pueden afectar a nuestro estado físico.
Este tesoro de la Naturaleza, que en muchos países sigue siendo parte fundamental de la tradición culinaria, podría tener un mayor impacto si logramos transmitir su importancia sobre la salud a otras regiones del mundo. Desde España hasta América, Asia y África, el aceite de oliva puede ser un alimento clave para mejorar la salud y el bienestar de millones de personas.
No es solo una cuestión de gastronomía, sino también de Salud Pública. En lo que producimos, y consumimos, puede estar la llave que abra la puerta de un futuro más saludable para las generaciones venideras.
El aceite de oliva tiene el poder de cambiar el mundo. ¿Estamos listos para aprovecharlo?