Recientemente ha sido nombrado director ejecutivo del Consejo Oleícola Internacional (COI). ¿Cómo afronta este reto?
Con ilusión y con responsabilidad.
Durante los últimos siete años como director adjunto del COI he tenido la posibilidad de intercambiar opiniones con los principales representantes y expertos de las diferentes regiones productoras del mundo. He podido ir conociendo el sector, ahora es el momento de aprovechar esa experiencia para liderar el único organismo intergubernamental dedicado al olivo, los aceites de oliva y las aceitunas de mesa.
Además, es la primera vez que hay un español al frente del COI. Siendo España el país líder del sector, es un orgullo, pero también una responsabilidad.
¿Cómo valora la situación del sector del aceite de oliva en el mundo, ante la escasez de materia prima que sufre todo el mundo?
En mi opinión, es un momento complejo, pero apasionante. Estoy convencido de que retomaremos la senda de crecimiento de las producciones y el consumo.
Por una parte, el consumo de los aceites de oliva, y en particular el virgen extra, viene con una sólida tendencia de crecimiento en términos mundiales, que se ha visto interrumpida por las dos últimas cosechas cortas. No obstante, es evidente que cada vez hay más personas que quieren disfrutar de la vida de una manera sana y sostenible y van descubriendo los aceites de oliva. Esto sucede con más intensidad en países alejados de la región mediterránea, lo que ha llevado a un crecimiento impresionante del comercio internacional en los últimos años. En buena parte, hay que reconocerlo, gracias al esfuerzo del sector español.
Por la otra parte, a pesar de las nuevas plantaciones y la asombrosa modernización de las prácticas de cultivo, estamos viendo que la producción no consigue crecer al ritmo de la demanda. Es la primera vez que tenemos dos campañas mundiales cortas consecutivas. No cabe duda de que estamos observando las consecuencias del cambio climático.
¿Cuáles son los objetivos del COI y cómo piensa poder llevarlos a cabo durante su mandato?
El objetivo principal es retomar la senda de crecimiento de la producción, el consumo y el comercio internacional. Esto hay que hacerlo, además, manteniendo el compromiso con la calidad y la sostenibilidad. Para ello, lo primero es afrontar el desafío del cambio climático.
He solicitado a los miembros del COI una línea permanente de trabajo centrada en la sostenibilidad y el cambio climático. Por una parte, vamos a trabajar en la adaptación del cultivo a los nuevos escenarios climáticos. Contamos con los recursos genéticos de las colecciones internacionales y la red de bancos de germoplasma del COI, pero también hay que tener en cuenta la gestión del suelo, las prácticas de cultivo y - especialmente importante - la gestión del agua.
Por otra parte, el olivar forma parte de la estrategia global de la lucha contra el cambio climático. Muchos desconocen que son más de 11,5 millones de hectáreas que funcionan como un bosque domesticado que secuestra CO2 de la atmósfera. Queremos facilitar el cálculo del balance de carbono para fomentar buenas prácticas, mejorar la visibilidad y comunicación a los consumidores, e incluso facilitar la incorporación del olivar al mercado voluntario de emisiones.
Vamos a seguir trabajando en la armonización de las normas de los aceites de oliva, las cuales son esenciales para facilitar el comercio y defender los derechos de los consumidores. Cada vez hay más países que quieren aplicar la norma del COI, más allá de los países miembros. En este sentido, voy a impulsar el acercamiento a los principales países consumidores como EEUU, Brasil, Japón, Australia o China.
También continuaremos con los trabajos relacionados con dar a conocer los beneficios saludables de los aceites de oliva y las aceitunas de mesa, y en la valorización de los productos y co-productos del olivo.
¿Qué tendrían que hacer los países para que la producción evolucione al mismo ritmo que las exigencias del consumidor de aceite de oliva?
Tenemos que mejorar el conocimiento del comportamiento de las distintas variedades del olivo ante los nuevos escenarios de temperaturas y precipitaciones. Para ello, el COI está colaborando en distintos proyectos de investigación, principalmente financiados por la UE. El olivo es un cultivo con una extraordinaria capacidad de adaptación, pero es evidente que tenemos que facilitar este proceso. La gestión del agua es clave. Los países que quieran apostar por un incremento de la producción de aceite de oliva tendrán que apoyarlo con una decidida política hidráulica y de regadío sostenible.
¿Son las nuevas plantaciones de olivar superintensivo y en regadío la solución a los problemas de mercado que existen hoy en día?
No creo que exista una única solución. El regadío y el olivar superintensivo forman parte de la solución, pero también lo son los modos de producción más resilientes. Hay regiones de producción muy diferentes, como son, por ejemplo, los olivares de montaña o los que crecen donde no hay opción al regadío.
Por último, ¿cómo puede ayudar la celebración del Olive Oil World Congress para promover el desarrollo del sector en todo el mundo?
Juntar a los principales expertos y representantes internacionales del sector favorece el intercambio de opiniones, contribuyendo sin duda a encontrar soluciones y al desarrollo del sector. El OOWC es, además, una excelente ocasión para dar visibilidad al sector y poner el foco en la contribución del olivar a la salud de las personas y del planeta. Enhorabuena por la iniciativa.